¿Es el Derecho una herramienta de control o un instrumento de emancipación? ¿Se llegará a un acuerdo sobre esta discusión? Este ha sido un debate que ha perdurado por mucho tiempo en las disputas sobre el uso del Derecho.
En los últimos días, se dictó un fallo en el que se prohibía a toda la prensa venezolana publicar imágenes violentas o de hechos sangrientos. Sin embargo, esto no ha sido un hecho aislado. Como lo revela el diario El Universal, esta decisión “forma parte de una política de Estado que se ha traducido en una política judicial que busca limitar la libertad de expresión en Venezuela”. Sólo en la última década, se han producido diez fallos polémicos que ponen restricciones a los derechos fundamentales de emitir y recibir opiniones. Este es un ejemplo claro del Derecho en su versión marxista, como un instrumento de poder utilizado para mantener el statu quo. De esta manera, el Derecho se convierte en un mecanismo utilizado por las élites en el que se busca mantener el control y opresión de la sociedad.
Por otro lado, mientras esto está ocurriendo en Venezuela, la Corte Constitucional en Colombia lleva produciendo una gran variedad de fallos profundamente democráticos e igualitarios durante las últimas dos décadas. Si tomamos como ejemplo el caso feminista, podemos ver cómo la Corte en sus sentencias ha defendido los derechos de las mujeres en diversas sentencias, entre las cuales se encuentra quizás la más “simbólica”: la C-355 de 2006 en la cual se otorgo las excepciones solicitadas a la penalización del aborto, esto es malformación del feto, violación y riesgo a la vida o salud de la madre. Esto quizás nos pueda servir como una muestra de la visión liberal. Esta concepción ve al Derecho como un límite al ejercicio de la violencia, como un instrumento de protección a los más débiles. Es una mirada más esperanzadora la cual ve en el Derecho un mecanismo de transformación social que genera efectos a favor de un mundo más igualitario y justo.
Sin embargo, ¿son estas dos concepciones antagónicas? Julieta Lemaitre en su libro “El Derecho como conjuro: fetichismo legal, violencia y movimientos sociales”, nos muestra una tercera visión del Derecho. Ésta visión intermedia, considera que si bien el Derecho puede ser un instrumento de poder (visión marxista), también puede ser limite a los abusos del poder mismo (visión liberal). Ve al Derecho como un instrumento que tiene suficiente autonomía del poder como para ser utilizado a favor de la protección de los más débiles de una sociedad. Esta concepción basa su preocupación en la pregunta por la utilidad del uso del Derecho para los grupos subordinados.
Es esta visión neutral la que muestra al constitucionalismo liberal como un sueño quizás utópico. A pesar de esto, muchas veces convivimos en un “fetichismo jurídico”, es decir un apego excesivo del Derecho sin importar los efectos instrumentales de la ley. Porque es cierto que en muchas ocasiones las leyes promulgadas no se están aplicando, sin embargo, seguimos apegándonos al Derecho.
Es probable que tengamos una visión más liberal que real. Lo que sí está claro es que nosotros como sociedad colombiana (y sobre todo después de la Constitución de 1991) nos negamos a ver el derecho desde la visión marxista. Nos negamos a creer que el Derecho sea utilizado como una herramienta de control. Pero la realidad nos muestra algo diferente. El Derecho es una mezcla de estas dos concepciones. Debemos aceptar ambas posiciones para lograr algo mejor, algo neutral. Esto quizás nos muestre la mejor cara del Derecho, tan controlador como transformador y emancipador.
Camilo Valdivieso
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