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viernes, 3 de septiembre de 2010

Se Acata Pero No Se Cumple


“Se acata pero no se cumple”. Este quizás sea el panorama de la ley que prohíbe la venta de cigarrillos sueltos en Colombia. Esta frase resume las acciones que probablemente tendrán los diferentes actores frente a esta nueva ley (tanto vendedores como consumidores). Y lo que es más grave aún, esta frase nos muestra el pensamiento que tenemos frente a un gran número de normas que rigen nuestra sociedad.

¿Qué es lo que nos hace cumplir una norma? Son varios los motivos que nos llevan a cumplir (o incumplir). En muchas ocasiones cumplimos por simple costumbre. En otras lo hacemos por convicción. Otras veces tenemos en cuenta la conveniencia individual. Sin embargo, nos queda faltando quizás la razón más importante por la cual actuamos: el miedo. Es el mismo miedo que según Hobbes nos mantiene en sociedad, el que influye en la manera como tomamos nuestras decisiones.

¿Pero a qué le tenemos miedo? Le tenemos miedo a la sanción. Y esa sanción puede ser de dos tipos: por un lado está la sanción jurídica, en la cual tendremos que responder por nuestros actos frente a la Ley; por el otro está la sanción social, la cual será impuesta por la gente que nos rodea y que podrá ser simbólica.
El 21 de Julio fue aprobada en el Congreso la Ley 1335 de 2009. Su artículo 3° prohíbe la venta de cigarrillos por unidad. ¿Será realmente eficaz esta norma? ¿Será posible garantizar el cumplimiento de ésta?

Para responder la primera pregunta debemos tomarla desde dos puntos de vista. En primer lugar debemos mirar su eficacia instrumental. Cuando hablamos de esto nos referimos al cumplimiento o no de la norma. Esta eficacia consta de un medio (la norma) que busca un fin (modificar una conducta). Al mirar la nueva ley, resulta evidente y casi obvia la ineficacia que podría llegar a tener. Ni vendedores ni consumidores tienen afán alguno por cumplirla. Es aquí cuando nos encontramos ante una gran brecha entre el Derecho y la realidad. Las normas creadas no están siendo consecuentes con la realidad en la que vivimos. En segundo lugar debemos mirar la eficacia simbólica. Ésta ve al Derecho como una forma de comunicación. No mira el cumplimiento de la norma sino el mensaje que deja. Quizás el Estado no pueda garantizar el cumplimiento de la norma, pero si puede dejar un mensaje claro de rechazo hacia el consumo de tabaco.

Para la segunda pregunta la respuesta resulta casi obvia. La gran mayoría de vendedores continuará ofreciendo cigarrillos sueltos pues ¿quién los va a sancionar? Triste pero real. Es aquí cuando entramos nosotros. Ante una ley como esta, en la cual resulta casi imposible garantizar el cumplimiento, debemos ser nosotros los encargados de hacerla cumplir. Sólo será cuando rechacemos al incumplidor, cuando el acto de cumplir no sea visto como algo heroico, cuando la sociedad deje de premiar al que incumple, será allí cuando comencemos a ver los cambios reales. Es cierto, garantizar el cumplimiento de esta ley es casi imposible, sin embargo, tal vez esto no sea lo único que busca, tal vez seamos nosotros el objeto de esa ley, tal vez dependa de nosotros la eficacia de ésta.

Cumplamos por convicción, no por miedo, y hagamos que esa convicción pese en los demás. Será allí cuando las cosas realmente comiencen a cambiar para nosotros, como sociedad, como país. De otra manera seguiremos en lo mismo, una sociedad individualista que busca el beneficio personal por encima del bien colectivo. Es por eso que debemos acatar y cumplir, y no solo cumplir sino que, de igual manera, hacer cumplir.           

Camilo Valdivieso