El 21 de julio el Congreso de la República aprobó la ley 1335 de 2009 con la que se pretende regular el consumo de tabaco -especialmente en los menores de edad- y proteger a la sociedad de los peligros que puede generar. Una de las medidas de esta ley prohíbe la venta por unidad o productos de tabaco o sus derivados. Me gustaría analizar este Artículo conforme a la “eficacia instrumental” del mismo. Es decir, cómo éste actua como un medio para modificar la conducta de los vendedores, haciendo que dejen de vender "al menudo" y con esto incidiendo en los fumadores para que dejen de consumir.
Ahora realizando un pequeño análisis en el cambio en la conducta que pretende la norma, podemos ver que aunque haya sido aprobada por la autoridad pertinente (El congreso) y disponga de sanciones, lo que ocurre en la realidad es bastante lejano a lo escrito en la ley. Un factor a tener en cuenta respecto a lo anterior, es que quienes realizan la mayor cantidad de ventas de cigarrillos “al menudo” son los vendedores informales, haciendo difícil la tarea de regular y hacer cumplir la prohibicion. Quedaría entonces en las manos tanto del vendedor como del comprador el cumplir esta norma, no por miedo a una sanción que difícilmente será impuesta, sino por convicción, convicción de que esta norma ha sido impuesta por una autoridad como parte de un conjunto de medidas cuyo fin más alto es el bienestar de la sociedad.
El problema de lo anterior es que en Colombia no existe respeto por las autoridades legítimas. Este irrespeto proviene de una historia de deslegitimación que las mismas intituciones se han hecho, hasta tal punto que inclusive en leyes que nada tienen que ver con la institucionalidad sino con la simple convivencia, son burladas e incumplidas simplemente por provenir de esa fuente tan desvirtuada.
Es así como la eficacia instrumental que pueda llegar a tener esta ley es mínima. Porque no la cumplen ni por miedo a la sanción, ni por respeto a la autoridad. Dejando entonces a lo legal y a lo real como dos caminos que sólo han de encontrarse para discutir, dos caminos que se ven el uno al otro de manera distante y que se analizan la mayoría del tiempo. Desde lo real se ve a lo legal como un elemento para prohibir, para reprimir, no como un espacio donde los intereses generales se ven representados y protegidos. Desde lo legal, se ve a lo real como a algo fácil de acceder pues el respeto no es algo que se gana, es algo que se impone.
Por lo tanto en Colombia, necesitamos una cultura donde respetemos a las autoridades no por miedo sino por convicción, haciendo así que no sea un asunto exclusivo de los fumadores, de los vendedores y de las autoridades cumplir estas normas, sino que sea un asunto de una sociedad a la cual le interesa el respeto de las normas y su cumplimiento. En estos casos el único control además del autocontrol, es el control impuesto por la sociedad; en pocas palabras, es sólo una cuestión de actitud.
José Fernando Rengifo C.
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